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¡Ánimo! ¡Ten esperanza!

14 octubre 2006

Por: Alejandro Peña Esclusa

Querido compatriota:

Es natural que estés desmoralizado. Después de tantos esfuerzos para sacar a Chávez, el hombre sigue en la Presidencia, destruyendo ya no sólo nuestra patria, sino el continente entero. Además, amplios sectores de la oposición, en lugar de organizar la desobediencia civil, se empeñan en promover una salida electoral que no existe; y para colmo, ni siquiera escogen un candidato único, sino que postulan veinte. En efecto, el panorama se ve desolador.

Sin embargo, querido compatriota, ese cuadro que ves, ese peso que sientes, ese desaliento que te agobia, es pura fantasía, es realidad virtual. La realidad verdadera, la que se impondrá por la fuerza de los hechos, es otra muy distinta.

Chávez enfrenta tres formidables obstáculos: en primer lugar, el fracaso moral e ideológico de su proyecto. Su gobierno está haciendo todo aquello que tanto condenaba hace algunos años, e incluso su desempeño es mucho peor que el de los gobiernos anteriores. Hoy en día, Chávez y el equipo que lo acompañan constituyen la principal fuente de su propia destrucción.

En segundo lugar, Chávez pretende modificar la identidad histórica de los venezolanos, cuyo orgullo siempre ha sido la liberación del continente, y ahora observan –horrorizados– cómo se promueve desde Miraflores la esclavitud comunista en la región; semejante contradicción es insostenible.

Y en tercer lugar, Chávez enfrenta el rechazo de los pueblos y las instituciones de los países iberoamericanos, que resisten ser sometidos por un tirano extranjero.

Ningún gobernante es capaz de vencer semejantes barreras, ni siquiera con la asesoría de Fidel Castro y la inagotable chequera de Pdvsa.

Chávez caerá, no te quepa ninguna duda; pero no ocurrirá por la vía electoral, sino por medio de una rebelión generalizada. En este momento no parece factible, porque la sociedad está dormida; pero el propio Chávez desatará la tormenta, al continuar provocando las poderosas fuerzas de la historia y de la naturaleza humana.

El destino de Chávez está sellado; su caída es inevitable. Sin embargo, hay que preocuparse por la anarquía que sobrevendrá después, debido a la falta de un liderazgo con autoridad moral y de instituciones que guíen la nación en medio de la crisis.