Rectificar no basta, debe irse.
Por Alejandro Peña Esclusa
11 de junio de 2008
Muchos analistas se sienten satisfechos, porque Chávez “rectificó”, pidiéndole a las FARC que libere a todos los secuestrados sin exigir nada a cambio. La satisfacción de estos analistas es doble, porque Chávez dijo que “la guerra de guerrillas pasó a la historia”. Sin embargo, rectificar no basta, sobre todo cuando se trata de un gesto hipócrita.
Todo delincuente, al ser capturado, alega ser inocente o expresa arrepentimiento; pero eso no lo exonera del juicio. Igual ocurre con Chávez. Su cambio no es sincero; se debe única y exclusivamente a que está acorralado. Las FARC están a punto de ser derrotadas militarmente, su nombre aparece sinnúmero de veces en el computador de Raúl Reyes, y la opinión mundial está en su contra. Chávez sólo pretende encubrir su responsabilidad y librarse del castigo.
La vinculación de Chávez con las FARC data desde 1995 y está muy bien documentada. El propio Chávez admite haber conocido a Raúl Reyes en 1996, en una reunión del Foro de Sao Paulo, realizada en San Salvador. En 1999, con sólo tres semanas en la Presidencia, Chávez ofreció asilo a los guerrilleros colombianos, a pesar de los delitos que cometen en Venezuela. En el año 2000, el ex director de la DISIP, Jesús Urdaneta Hernández, renunció porque el Gobierno le ordenó entregar dinero a la guerrilla. Desde entonces hasta la fecha, ha habido muchas otras pruebas que demuestran los vínculos entre Chávez y las FARC.
Hace apenas tres meses, Chávez pidió beligerancia para las FARC; guardó un minuto de silencio por la muerte de Raúl Reyes; rompió relaciones con Colombia; envió tropas a la frontera en señal de protesta por la Operación Fénix; y ha hecho todo lo posible por desestabilizar –abierta y descaradamente– al gobierno de Uribe.
Una rectificación a última hora no puede tomarse en serio. Chávez “rectificó” en el año 2001, cuando la sociedad civil se opuso al Decreto 1.011, que pretendía imponer una educación totalitaria. Este año quiso hacerlo de nuevo, a través del Nuevo Diseño Curricular. Chávez “rectificó” el 13 de abril de 2002 –crucifijo en mano– luego de la masacre de Miraflores; pero poco después volvió a las andadas, llamando héroes a los pistoleros que perpetraron la masacre. Y así sucesivamente.
Arrepentirse luego de cometer un delito no es suficiente, porque no repara el daño, ni borra la culpa. La única solución aceptable es que Chávez abandone la Presidencia. A eso –y no sólo a las elecciones– debe abocarse la sociedad civil venezolana.