¿Respaldo popular o fraude electoral?
Punlicado en: ElSalvador.com, La Nueva Provincia
Por: Alejandro Peña Esclusa.
Caracas.- Acabo de regresar de una gira que me llevó por San Salvador, Washington, Miami, Buenos Aires, Sao Paulo y Bogotá, cuyo objetivo fue promover la creación de una Comisión Internacional que investigue las graves violaciones a la libertad y a los derechos humanos en Venezuela.
En las reuniones que sostuve, detecté una pésima opinión sobre Hugo Chávez, a quien se le considera un peligroso dictador, que está expandiendo su proyecto por toda América; sin embargo –invariablemente– todos mis interlocutores estaban convencidos del masivo respaldo popular que todavía mantiene el teniente coronel.
Esta falsa percepción se debe, no solamente a la multimillonaria campaña propagandística que realiza el régimen venezolano en el mundo entero, sino –principalmente– a que el liderazgo opositor no ha protestado los resultados en las elecciones que se han realizado, favorables siempre al oficialismo.
Fue necesario explicar que en Venezuela existe un mecanismo ingenioso y perverso para cometer fraude electoral.
Consiste en lo siguiente:
Primero, se promueve la creación de una Asamblea Constituyente.
Segundo, a este organismo se le otorga –ilegalmente– una condición «originaria» y «supra-constitucional» que le permite disolver los poderes públicos legítimamente constituidos.
Tercero, se nombran nuevos poderes, subordinados al Presidente, con especial interés en controlar las instituciones electorales.
Cuarto, se modifican las normas que rigen los comicios, sustituyendo el voto manual por el electrónico (fácilmente manipulable); eliminando el secreto del voto, mediante máquinas capta huellas; prohibiendo el conteo manual de las papeletas, y estableciendo una auditoría «aleatoria» que sólo revisa las papeletas en algunas cajas.
Quinto, se tergiversa el padrón electoral, inflándolo exageradamente con votantes inexistentes y otorgándole la nacionalidad a miles de extranjeros, a cambio de su voto.
Sexto, se coacciona a los ciudadanos a votar por el régimen, amenazándolos con perder sus empleos (en caso de funcionarios públicos) o con negarles subsidios, créditos o contratos.
Séptimo, se crean grupos paramilitares, protegidos por el oficialismo y armados hasta los dientes, que amenazan a la población con ejercer la violencia si ésta se atreve a materializar un cambio de gobierno.
Increíblemente, todo lo anterior se realiza con apariencia de legalidad, puesto que las acciones y normativas son dictadas por los propios poderes públicos. Se trata de un mecanismo para destruir la democracia e imponer una dictadura, utilizando como plataforma las instituciones democráticas.
Para que el esquema funcione a la perfección, se requiere de candidatos opositores que concurran a los comicios y los legitimen con su participación, como lamentablemente ha sucedido en Venezuela.
Además de Chávez, hay otros que quieren utilizar el mismo modelo para perpetuarse en el poder, entre ellos, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Después de la explicación, mis interlocutores reaccionaron con optimismo. Si el respaldo popular que mantiene Chávez es ficticio, entonces el poder formal y la inagotable chequera petrolera, sólo le servirán para mantenerse en la presidencia durante algún tiempo, luego le sobrevendrá la debacle.