Metidos en Honduras
Por: Rafael Nieto Loaiza
¿Por qué es un “golpe militar” aquel en el cual las Fuerzas Militares actúan para hacer cumplir la Constitución y en seguimiento de una sentencia judicial de la Corte Suprema de Justicia, que en el caso del país centroamericano cumple funciones de tribunal constitucional, y en el que no ocupan la jefatura de estado ni por un instante? El nuevo gobierno de Honduras es civil, su presidente fue elegido por unanimidad por todos los parlamentarios de su Congreso y de acuerdo con el procedimiento establecido en su Constitución, y tiene carácter provisional. Y ha anunciado que adelantará las elecciones para resolver más prontamente la crisis.
¿Y por qué es “democrático” un presidente, Manuel Zelaya, que para perpetuarse en el poder se empeña por la fuerza en cambiar la constitución en virtud de la cual fue elegido, en contra de las decisiones del Tribunal Electoral, de las sentencias de la Corte Suprema y de las leyes expedidas por el Congreso? ¿Acaso no era un “autogolpe” en desarrollo su empeño en celebrar una consulta para quedarse en el poder, en abierta contravía de la Constitución, las decisiones del Parlamento hondureño y los tribunales electorales y de justicia?
¿Las Fuerzas Militares de nuestros países se deben a los jefes de gobierno o a sus constituciones y leyes? Si los presidentes pueden ordenarles a sus fuerzas armadas que actúen en contra de lo que dice expresa e inequívocamente la constitución de sus países y de lo que mandan las sentencias de los tribunales, habría que aceptar que los militares no son nada distinto que los ejércitos privados de los presidentes de turno. Por supuesto, los uniformados no pueden interpretar la constitución y las leyes a su arbitrio. Pero en este caso Zelaya ordenó al general Romeo Vásquez, jefe de las Fuerzas Armadas hondureñas, realizar la consulta, aunque los tribunales y el Congreso ya le habían advertido que era inconstitucional. De manera que los militares hondureños no tenían duda de que la acción de Zelaya era inconstitucional, y su orden de hacer la consulta, abiertamente contraria a las decisiones de los tribunales.
¿Alguien es tan amable de explicarme cómo es la misma OEA, que hace apenas pocas semanas invitó a su seno a Cuba, la más feroz dictadura del Continente, la que ahora decide agarrar por el cuello al gobierno provisional del Honduras por, en la peor de las hipótesis, dar una contragolpe institucional para frenar el autogolpe de su Presidente? ¿Habrá que recordar que incluso algunos países propusieron no sólo reinsertar a Cuba sino, además, pedirle perdón por haberla suspendido de la Organización? ¿Y que la OEA lo que debe hacer es buscar una solución política y diplomática para que haya un gobierno plenamente democrático en Honduras y no el regreso “incondicional” al poder de un presidente que para perpetuarse en el poder actuó en contravía de la Constitución y las decisiones de los tribunales?
¿Y cómo el orangután de Chávez se atreve a decirle “gorilas” al Presidente civil, al Congreso y a los tribunales electorales y de justicia hondureños? ¿Y tiene la desfachatez, él, golpista por excelencia, de condenar la actuación de las instituciones democráticas de un estado para ponerle fin a un autogolpe en desarrollo?
Finalmente, ¿cómo explicar que la ONU, con presidencia de la Nicaragua fraudulenta de Daniel Ortega, pueda condenar a Honduras? Da vergüenza ajena ver a las innumerables dictaduras que hacen parte de Naciones Unidas aplaudir frenéticas a Zelaya.