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Ecuador y la tercera alternativa

27 abril 2005

Por: Alejandro Peña Esclusa

Caracas, 27 de abril de 2005.- El sub continente americano está desgarrado entre dos tendencias políticas, ambas negativas: una está representada por los partidos tradicionales que, a pesar de las vastas riquezas naturales existentes, no han sabido solucionar los problemas de empleo y pobreza en Latinoamérica; la otra, la representan los aliados de Fidel Castro, que recientemente han crecido en influencia, pero no por mérito propio –puesto que no tienen nada positivo que ofrecer– sino por el fracaso de sus predecesores y por la asesoría política (Cuba) y el apoyo financiero (Chávez) del Foro de Sao Paulo.

Los primeros han ostentado el poder durante décadas y ahora se encuentran desgastados y sin respaldo popular; los segundos no resuelven los problemas de los pobres, sino que los agravan, pero son violentos y agresivos; por eso, una vez en el poder, están dispuestos a todo con tal de mantenerlo.

Lucio Gutiérrez decidió navegar entre dos aguas: llegó al poder con el respaldo del Foro de Sao Paulo (Conaie, Pachakutik), pero luego pactó con los partidos tradicionales; echándole, como dice el dicho, «un tiro al gobierno y otro a la revolución», lo cual no le funcionó, porque ninguno de los bandos quedó satisfecho. La crisis económica, el descontento popular, la desestabilización proveniente de ambos sectores y, finalmente, la movilización de calle, determinaron su caída. Dado que Lucio Gutiérrez no tenía una maquinaria bélica propia  –como sí la tiene Fidel Castro y, sólo parcialmente, Hugo Chávez– no pudo masacrar a la población para mantenerla a raya y evitar su caída. Pero éste no ha sido el último episodio; Ecuador está mas inestable que nunca.

Otros gobiernos latinoamericanos se encuentran en la misma situación,  aunque en algunos casos se note más, como en Bolivia, Perú y Nicaragua;  y en otros menos, como en Argentina y Brasil. Aprovechándose de su debilidad, Fidel Castro intentará forzarlos a todos –ya sea  desestabilizándolos, ya sea derrocándolos– a que se radicalicen cada vez más, hasta lograr su objetivo: teñir al continente de rojo, de rojo comunista.

Este panorama proporciona, paradójicamente, una maravillosa oportunidad para apartarse definitivamente de ambos modelos y plantear una tercera alternativa, basada en un ambicioso programa de industrialización, que resuelva el problema del empleo y la pobreza; llevado a cabo por una nueva clase política, cuyo interés sea servir a sus naciones, en lugar de satisfacer intereses particulares.

El inicio de esta tercera alternativa continental podría muy bien darse en Venezuela, a partir de la salida de Chávez, imposible de lograr por medio de elecciones, pero sí a través de una acción generalizada de desobediencia (Artículo 350), tal como ocurrió en Ecuador.

Actualmente, la maquinaria bélica de Chávez no es lo suficientemente poderosa para reprimir a miles de focos de protesta simultanea en todo el país; y si lo intentara, se produciría una fractura militar, que daría al traste con el Régimen. Pero si llegan los 100 mil fusiles rusos y les son entregados a las milicias oficialistas, la lucha sería mas dura. De ahí la necesidad de que la desobediencia se concrete lo antes posible.