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A las Organizaciones Políticas, Asociaciones Civiles, Presos Políticos, Estudiantes, Universidades, Periodistas, Gremios, Sindicatos, Militares Retirados, Intelectuales y demás Fuerzas Vivas del País.

3 julio 2006

A las Organizaciones Políticas, Asociaciones Civiles, Presos Políticos, Estudiantes, Universidades, Periodistas, Gremios, Sindicatos, Militares Retirados, Intelectuales y demás Fuerzas Vivas del País.-

Caracas, 3 de julio de 2006.- Dentro de dos días se conmemora el 195 aniversario de la firma del Acta de la Independencia. Es propicia la oportunidad para reflexionar sobre el destino que le espera a nuestra patria si no se enfrenta de manera conjunta y coordinada la grave crisis que afecta a Venezuela.

Hace 195 años, luego de una extraordinaria gesta heroica, los venezolanos conquistaron no sólo la Independencia de nuestra patria, sino la de otras cinco naciones. Desde entonces, nuestro pueblo se identifica orgullosamente con esa gesta y con el concepto mismo de Libertad.

Sin embargo, 195 años más tarde, la independencia y la libertad peligran, puesto que el actual régimen pretende someter a Venezuela a un proyecto extranjero –perverso y esclavizante– contrario a nuestra identidad nacional. Por si fuera poco, de manera pública y descarada, el Régimen utiliza los recursos del Estado venezolano para exportar la esclavitud castro-comunista a toda América, pisoteando así nuestro gentilicio y causando un gravísimo daño a los pueblos hermanos.

Durante los últimos cinco años los venezolanos hemos buscado, de manera legítima y responsable, una salida a la crisis planteada. Hemos buscado, por todos los medios posibles e imaginables, un cambio de gobierno de forma “pacífica, electoral, democrática y constitucional”.

Pero el Régimen ha cerrado todas las alternativas: agrediendo con armas a las protestas pacíficas, impidiendo elecciones transparentes, cometiendo fraude en el Referéndum Revocatorio, elaborando listas discriminatorias contra la disidencia, persiguiendo y encarcelando a los líderes opositores, comprando armamento para reprimir al pueblo, creando leyes para cercenar la libertad, acabando con la iniciativa privada, y así sucesivamente.

Mientras todo esto ocurre, parte de la dirigencia opositora insiste en invertir tiempo y energías en candidaturas y en obtener las condiciones para realizar elecciones presidenciales limpias. Pero ¿Quién en su sano juicio podrá creer en salidas electorales con este CNE, con el REP amañado y sin contar las papeletas manualmente?

Se pierde un tiempo precioso en el tema electoral, pero mientras tanto la Revolución castro-comunista avanza no sólo en Venezuela, sino en todo el Continente. Tan sólo en este año, Chávez colocó a Evo Morales en la Presidencia de Bolivia y casi logra lo mismo con Ollanta Humala en Perú. La situación en México está por definirse, pero el país ya está polarizado. Pronto habrá elecciones en Ecuador y Nicaragua, donde los aliados de Chávez puntean en las encuestas. Increíblemente, el orador de orden en la sesión solemne que realizará la Asamblea Nacional para conmemorar el aniversario de nuestra Independencia, será el presidente de Argentina, Néstor Kirchner, quien viene de aupar a Chávez ante el Congreso español. ¿Y cómo no lo iba a hacer, si le ha comprado más de tres mil millones de dólares en bonos?

Con cada día que pasa, Chávez seguirá comprando –con el dinero de todos los venezolanos– conciencias, armas, gobiernos, aliados, complicidades, y todo lo que necesita para atornillarse en el poder. No lo logrará, porque su proyecto es inviable e imposible de mantener en el tiempo, pero el daño que ocasionará será terrible y, en buena medida, irreversible.

Todo esto exige de los dirigentes un compromiso para ponerle fin a esta situación, promoviendo un pronto cambio de gobierno. Y el único mecanismo para lograrlo de manera “pacífica, democrática y constitucional” –aunque no electoral– está contemplado en el Artículo 350 de la Constitución: el desconocimiento del Régimen y la realización de acciones de calle simultáneas y generalizadas, por tiempo indefinido, hasta que Chávez se vaya.

Hasta ahora, los intentos para activar el 350 han fallado porque las acciones realizadas han sido unilaterales y limitadas; lo cual es explicable, puesto que el pueblo venezolano quería intentar otras salidas antes de pasar a la difícil etapa de la desobediencia. Pero habiéndose agotado los esquemas electorales, hoy existe la conciencia –tanto en el pueblo, como en los dirigentes más preclaros– que la aplicación del Artículo 350 es la única solución posible y, por ende, la manera de salvar al país. Ahora sólo falta unidad en la convocatoria y en la coordinación.

Les hago un llamado en este histórico momento, cuando está en juego la supervivencia misma de la nación, para conformar un solo bloque opositor, que convoque a todos los venezolanos a realizar una acción de calle, definitiva y final, que logre un cambio de gobierno y salve la Patria.

Reiterándoles mis más sinceros sentimientos de estima y solidaridad, quedo a sus órdenes para ampliar los criterios aquí expuestos. Me despido, no sin antes transmitirles la plena seguridad que el triunfo será nuestro.

Alejandro Peña Esclusa