Alternativas para fortalecer las operaciones y la inteligencia de las fuerzas del orden peruanas en el Valle del Río Apurímac y Ene
Por: Jorge Serrano Torres
Lima, septiembre de 2009
“Quien controla el reconocimiento, observa al enemigo; quien observa al enemigo, percibe la amenaza; quien percibe la amenaza, establece las alternativas; quien establece las alternativas, determina la respuesta”: William E. Burrows, reportero de The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, especializado en la temática espacial y asuntos de seguridad nacional, sobre los cuales ha escrito diversos libros.
En una esfera vinculada a la seguridad del frente interno y dado el complicado escenario actual en la región del Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE), que comprende Ayacucho, Cusco, Junín y la localidad de Tayacaja, Huancavelica; se puede proponer alternativas de solución partiendo de la experiencia comparada internacional en el campo de la inteligencia, para después abarcar otros ámbitos vinculados con una estrategia destinada a enfrentar exitosamente a las mafias del narcotráfico aliadas con el grupo terrorista Sendero Luminoso (SL).
Si las fuerzas del orden conocen cuáles son las rutas más usadas por las mafias del narcotráfico en el transporte de droga e insumos químicos para elaborarla, y que éstas son protegidas por sicarios de dichas organizaciones criminales o por las facciones de SL a su servicio, quienes emboscan y atacan a policías, militares y civiles, para luego huir y cobijarse en el monte u ocultarse entre la población.
Ante ello, se debe minimizar la posibilidad que se continúe asesinando sistemáticamente a policías y militares, que patrullan y dan seguridad en el VRAE; tendiendo a usar los valiosos recursos de la “Inteligencia Geoespacial”, “Inteligencia de las Imágenes” y la “Inteligencia Electrónica”, mediante un persistente soporte satelital y aeronáutico de última generación; con capacidad de visión térmica e infrarroja, en tiempo real, para operaciones diurnas y nocturnas de alta precisión, a cargo de Fuerzas Especiales del Comando Especial-VRAE (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) y del Frente Policial Huallaga, que podrían conformar un “Bloque de Búsqueda” conjunto con la misión de ubicar y capturar a cada uno de los cabecillas narcotraficantes y terroristas, con el apoyo de unos 30 helicópteros blindados y plenamente operativos, para acciones helitransportadas.
A propósito, en Colombia han demostrado su gran utilidad en la lucha contra el narcoterrorismo, aeronaves como el “Cessna 650 Citation” (inteligencia electrónica); “Cessna 337G” (observación); “Schweizer SA2-37B” (reconocimiento) y “Rockwell Aero-Commander 695” (reconocimiento). Igualmente, se debe contemplar el uso de aviones de vigilancia y reconocimiento no tripulados, que aportan una nueva dimensión a la “Inteligencia de Imágenes” en tiempo real: tipo RQ-1A “Predator” y RQ-4 “Global Hawk”, con cámara CCD y un sensor de infrarrojos “FLIR”, para recibir-transmitir imágenes en tiempo real e incluso los ultramodernos modelos de aviones no tripulados, X-45 y X-47B, diseñados para el reconocimiento y ataque aire-tierra con misiles accionados por control remoto.
A este sistema de monitoreo aeroespacial, se sumarían sofisticadas medidas de “Guerra Electrónica” en tierra, para quebrantar la capacidad de los narcotraficantes y terroristas de obtener y usar información a través del espectro electromagnético, como: la interceptación, perturbación e incluso la decepción electrónica, es decir, la introducción de radiaciones en los canales enemigos, con el fin de imitar sus propias emisiones, en las comunicaciones entre los grupos criminales.
Como se aplicó en Colombia durante el 2008, con gran éxito en la “Operación Elipse” (vista aérea furtiva previa a la “Operación Jaque”), “Operación Fénix” (abatimiento del cabecilla terrorista de las FARC alias “Raúl Reyes” y sus cómplices), y en la misma “Operación Jaque” (liberación incruenta de Íngrid Betancourt y otros prisioneros de las FARC).
Al referirse a este tema, el General Freddy Padilla de León, Comandante General de las Fuerzas Militares colombianas, aseguró el 2009, lo siguiente:[1]
…También debo reconocer el sobresaliente planeamiento, ensayo y puesta en ejecución de la Operación, adelantados por un pequeño grupo élite conformado por los Estados Mayores y Comandantes de la Jefatura de Operaciones Especiales del Comando General de las Fuerzas Militares, del Comando del Ejército, de Inteligencia Militar y de la Aviación del Ejército, que permitió la planificación y puesta en ejecución del Curso de Acción No.1, hasta su culminación con la libertad de los secuestrados, y el Curso de Acción No. 2 (Plan ‘B’), con pleno alistamiento en espera de la orden para iniciar el despliegue del cerco humanitario, en caso de que el primer curso de acción hubiese fallado….
…La “Operación Jaque” fue una operación planificada, comandada y ejecutada por colombianos pertenecientes a las Fuerzas Militares, con particular relevancia en el Ejército… Igualmente, debo agradecer el apoyo brindado por el gobierno de los Estados Unidos y sus Fuerzas Armadas para esta operación, en los aspectos relacionados con “Inteligencia de imágenes” y capacidad de comunicaciones de última generación… Reconozco –para precisión histórica– que desde el mismo momento en que se produjo el secuestro de los tres ciudadanos estadounidenses y el asesinato de Thomas Janis y de nuestro compañero, el sargento viceprimero Luís Alcides Cruz, el 13 de febrero de 2003, se inició una decidida colaboración dirigida a optimizar la recopilación de inteligencia sobre este delicado asunto…
…el Plan Colombia permitió la transferencia de tecnología de punta y experiencia, con particular énfasis, en las áreas de inteligencia y operaciones especiales, que fueron fundamentales en el logro de los altos niveles de capacidad profesional que hoy tienen nuestras Fuerzas Armadas. Para la conducción y mando de la “Operación Jaque”, en sus dos fases, se requirió del apoyo de tecnología de punta en comunicaciones, la cual permitió el seguimiento minuto a minuto de toda la operación desde la Sala de Comando y Control en el Cuartel General de las Fuerzas Militares en Bogotá….
Otros casos típicos que muestran las particularidades de esta clase de tecnología en refuerzo de la inteligencia humana:[2] la caída del lugarteniente de Al-Qaeda, Ramzi Bin al Shibh en setiembre del 2002, fue posible merced al tupido dispositivo de escuchas montado por la CIA en Pakistán y el continuo barrido electrónico efectuado por aviones AWAC (Airborne Warning and Control System). La detección de las llamadas realizadas por Ramzi desde un teléfono satelital precipitó su captura en una cruenta y espectacular operación y, junto a él, diez cuadros de la red terrorista Al-Qaeda.
Pero esta misma dependencia y actuación previsible de los sistemas de interceptación, posibilitó paradójicamente, la huida del propio cabecilla de Al-Qaeda, Bin Laden de las montañas de Tora Bora a finales del 2001. Según testimonio de su guardaespaldas personal, el marroquí Abdalá Tabarak, detenido e interrogado en la Base de Guantánamo, fue el mismo Bin Laden el que entregó su teléfono móvil a Tabarak, quien lo dejó encendido para que pudiese ser interceptado; mientras tanto, Bin Laden y un grupo reducido de su seguridad personal, escapaban en dirección contraria.[3]
La lección que se extraería de esta última experiencia es la siguiente: nunca debe ser minimizada o excluida la “Inteligencia Humana” frente a la “Inteligencia Geoespacial”, “Inteligencia de las Imágenes” o la “Inteligencia Electrónica”, entre otras de alta tecnología; ya que es un trabajo articulado y complementario de todas ellas, el que permite materializar exitosas operaciones contra grupos criminales altamente móviles y clandestinos.
Retomando la realidad peruana: al uso de tecnología de última generación para optimizar la inteligencia en el VRAE, se debe agregar, contra-medidas electrónicas, como escáners de radiofrecuencia y criptófonos, pero además, podría desplegarse una bien elaborada campaña de “Operaciones Psicológicas”, orientada a demoler el poder combativo y psicológico de los grupos criminales y de los círculos que los apoyan, agudizando sus vulnerabilidades, para quebrar su voluntad de agresión y lucha, envolviéndolos en un escenario de incertidumbre, duda, desconfianza, confusión, desorden, miedo, pánico y caos.
Todo ello, sin descuidar la compra de visores nocturnos, chalecos antibalas y equipos de comunicación modernos para los efectivos militares y policiales; tampoco la apropiada alimentación, vestimenta y alojamiento de calidad para el personal militar y policial; unido a un proceso de entrenamiento y relevo adecuado; que podría reforzarse con una bonificación económica por alto riesgo. En el ámbito socio-económico, es prioritario intensificar el plan estatal de desarrollo para el VRAE; incrementando el apoyo social, construcción de infraestructura básica en salud, educación, agua potable, electrificación, carreteras, y re-impulsando el desarrollo alternativo a los cultivos de coca; al tiempo que se incentiva una relación más fructífera con los comités de autodefensa rurales y urbanos.
Lo que no se podrá concretar, sin potenciar la “Inteligencia Humana” mediante la plena operatividad del Arma de Inteligencia del Ejército, como parte de una estrategia integral y de Estado, que de una vez por todas, materialice una central de inteligencia nacional eficiente en el ámbito analítico y operativo, con los más experimentados y capacitados cuadros de inteligencia del país; dentro de una verdadera comunidad de inteligencia nacional y un esquema global de “Comando, control, comunicaciones, computadores, inteligencia y operaciones” conjunto y bien articulado, que incorpore a los mejores recursos humanos de inteligencia de la Policía Nacional, de la Marina y de la Fuerza Aérea, al punto que permita tejer una productiva, diestra y amplia red de inteligencia en las regiones donde operan los narcotraficantes y terroristas.
Tendiendo a que con todo ello, se logre reducir el tiempo entre la labor de inteligencia y el momento de la operación, a un lapso ideal de 12 a 24 horas, como lo han conseguido las fuerzas de seguridad colombianas actuales, con los impresionantes resultados que muestran en su lucha exitosa contra las FARC y las mafias del narcotráfico.
Caso contrario, es poco probable que se pueda derrotar a crecientes amenazas interrelacionadas y multidimensionales como el narcotráfico y el terrorismo de SL, ni alcanzar un alto nivel de interoperabilidad entre las diversas agencias y unidades de los ministerios de Defensa e Interior; para lo que igualmente, se necesita correctas y oportunas “Apreciaciones de inteligencia estratégica”, que podrían asimilar incluso, la doctrina de la “Inteligencia Criminal” desarrollada en Inglaterra, EE.UU. y Canadá, por ejemplo.
Donde se determine mediante especialistas y curtidos gabinetes de analistas, las reales vulnerabilidades y potencialidades, así como las probables formas de acción, intenciones y tendencias, de los remanentes de SL, en dos frentes diferenciados pero articulados: el “Hinterland selvático” y las ciudades costeñas, en una sólida confabulación con las mafias del narcotráfico nacional e internacional, que les permite tener el tiempo a su favor, haciéndolos más poderosos y letales, mientras echa raíces un complejo fenómeno narcoterrorista en el Perú, similar al perpetrado por las FARC de Colombia.
[1] Cfr. General Freddy Padilla de León, Comandante General de las Fuerzas Militares colombianas: “Jaque… ¡Operación perfecta!”. Portal de la Presidencia de la República de Colombia, 2009: http://web.presidencia.gov.co/columnas/2009/columnas274.html
[2] Versión condesada en base a la traducción libre de un artículo publicado por el diario The Washington Post. EE.UU., 21/01/2003.
[3] Artículo del diario The Washington Post, Ibidem.