Honduras – Peña Esclusa y los presos políticos en Venezuela
Ayer se realizó un foro en Tegucigalpa, Honduras, sobre los presos políticos en Venezuela y la penetración del castro comunismo en el continente organizado por la Fundación Venezuela Vigilante.
Como panelistas Maria Conchita Alonso y Patricia Andrade presidente de la fundación.
Al final se leyó una carta enviada por Alejandro Peña Esclusa, en representación de los prisioneros políticos venezolanos.
Seguidamente, el texto completo de la carta:
Queridos hondureños:
Con motivo de celebrarse un importante foro en Tegucigalpa, se me ha pedido que escriba una carta en nombre de los prisioneros políticos venezolanos; pero además de cumplir con ese mandato, aprovecharé la oportunidad para reflexionar sobre el papel de Honduras en el futuro próximo de América Latina.
En mi libro «El Foro de Sao Paulo: Una amenaza continental» (Editorial Grijalbo), el cual está dedicado al pueblo hondureño, explico que los gobiernos del ALBA son «dictaduras de tercera generación», porque en lugar de fusilar a sus enemigos, como lo hacía el régimen cubano, infunden el terror colectivo, a través de la persecución selectiva.
No cierran todos los medios, como lo hizo Fidel Castro hace décadas; sino los suficientes para que los demás se autocensuren. No encarcelan a todos los disidentes, como se hace en Cuba; sino a algunos periodistas, empresarios, militares, policías, jueces y políticos; lo necesario para infundir miedo al resto de los ciudadanos. En pocas palabras, encierran algunos cuerpos en jaulas de hierro, con el objetivo de encarcelar a todas las mentes con barrotes de miedo.
En este sentido, los prisioneros políticos son chivos expiatorios, para escarmentar a la sociedad; pero a la vez constituyen la conciencia de la nación y la vanguardia de la resistencia; porque ellos son los ciudadanos que más férreamente se han opuesto al régimen. No negocian, no son comprables, no se rinden, no se quejan y mantienen siempre la frente en alto.
En Venezuela existen no menos de 27 prisioneros políticos, entre quienes orgullosamente me encuentro. Su único delito ha sido oponerse al modelo totalitario del señor Chávez y rechazar la subordinación de Venezuela al régimen castro-comunista cubano.
Ninguno de ellos tiene acceso al debido proceso, a un juicio justo, o al derecho a la defensa; mucho menos ahora, que la jueza María Afiuni fue hecha presa sólo por contravenir la voluntad del señor Chávez. Por eso, su única esperanza de libertad depende de la presión que ejerzan la sociedad civil y la comunidad internacional.
Paradójicamente, mientras la sociedad no fije como primera prioridad la liberación de sus prisioneros políticos, el país entero estará prisionero del miedo. Por el contrario, si la presión popular logra liberarlos, los ciudadanos todos perderán el temor y, de esta manera, comenzará su propia liberación.
No lo digo por mí (que llevo apenas un mes detenido), pues esto mismo lo repetí muchas veces antes de caer preso; sino por mis compañeros, que llevan ya muchos años encarcelados injustamente.
Pese a ser hondureños, les pido realizar un esfuerzo especial para conocer cada uno de sus casos y para luchar por su libertad; ya sea escribiendo artículos, llevando a cabo acciones de calle, o a través de iniciativas jurídicas. Se los pido no sólo por un asunto de solidaridad, sino porque al luchar por nuestros prisioneros, debilitan al «carcelero mayor», el mismo que amenazó con invadir Honduras y que todavía insiste en hacerles daño.
En cuanto al segundo tema, quisiera advertirles que, aunque Honduras superó la crisis del año pasado, todavía se encuentra en grave peligro.
La gesta heroica que libraron los hondureños, puso al descubierto una poderosa red internacional, incrustada en lo más alto de ciertos organismos multilaterales. Y ustedes lograron no sólo desenmascararla, sino además derrotarla. Para esa mafia, el ejemplo que dieron los hondureños debe ser aplastado, a fin de que no se reproduzca en otros países de la región.
Así como Chávez y sus aliados del Foro de Sao Paulo me tienen preso por lo que hice en su contra; así también esos mismos personajes quieren vengarse de ustedes.
La única manera de neutralizar esta amenaza es continuando con su lucha, pero no sólo en territorio hondureño, sino en todo el continente americano.
Los pueblos de América están ansiosos de conocer los detalles de lo ocurrido en Honduras. Ustedes tienen mucho que enseñarles; desde la fuente de su comportamiento irreductible, hasta las estrategias usadas para doblegar la voluntad de sus adversarios.
La experiencia hondureña puede ser muy valiosa para cambiar el curso de los acontecimientos en América Latina; sobre todo en estos momentos, cuando el Foro de Sao Paulo se debilita y sufre derrotas considerables en toda la región. Es indispensable que esa experiencia se difunda, a través de libros, videos, conferencias en diversos países, etcétera.
Dios se sirve de los más débiles y pequeños -como David- para derrotar a los gigantes -como Goliat- que se sienten poderosos e invencibles.
Así como hace 200 años, la Providencia se valió de una provincia entonces pobre, llamada Venezuela, para obtener la independencia de cinco naciones; hoy se vale de la pequeña gran Honduras, para liberar a América de la dominación castro-comunista.
Aprovecho para decirles que me siento orgulloso de haber compartido con ustedes aquellos gloriosos días en que el mundo contempló -con asombro- la grandeza de los hondureños; y también para reiterarles que haber sido condecorado con la Orden José Cecilio del Valle es el más grande honor que he recibido en toda mi vida.
Desde mi «hermana cárcel» les digo: ¡Sigan adelante! ¡La gesta heroica de los hondureños todavía no termina!
Alejandro Peña Esclusa
Prisionero político
Presidente de UnoAmérica
www.unoamerica.org