Un crimen no se somete a votación
Por: Alejandro Peña Esclusa
12 de noviembre de 2007
En una democracia, es natural que las decisiones se tomen conforme a la opinión de la mayoría, expresada a través del voto universal y secreto. Sin embargo, hay ciertos principios que no pueden someterse a unos comicios, ya sea porque se trate de derechos inalienables o de valores trascendentes.
Un crimen –por ejemplo– no depende de la opinión de una minoría, o incluso de la mayoría. Un crimen es un delito y punto. Debe impedirse, si no se ha cometido, o castigarse, si ya se cometió. De lo contrario, no habría parámetros para vivir en sociedad. El mundo sería una jungla.
La reforma constitucional que propone Chávez es un crimen de Lesa Patria, porque destruye a la Venezuela que conocemos, para convertirla en un Estado socialista, a imagen y semejanza de Cuba. También es un crimen de Lesa Humanidad, porque viola derechos humanos inalienables, como los derechos a vivir en pluralismo, o al debido proceso y a estar informado en situaciones de emergencia. Finalmente, es un golpe a la actual Constitución, porque pretende reformarla mediante mecanismos explícitamente prohibidos en la Carta Magna.
Quienes llaman a votar –ya sea a favor o en contra– en el referéndum del 2 de diciembre, y quienes participen de cualquier manera en ese proceso, serán cómplices de crímenes que, por su gravedad, no prescriben con el paso del tiempo. Además, no ganan nada, porque el CNE comete fraude electoral, como bien lo han documentado los connotados científicos pertenecientes a la asociación “Venezolanos por la Transparencia Electoral” (1).
La única opción honesta y patriótica es impedir que se lleve a cabo el referéndum, mediante acciones de calle masivas, simultáneas y generalizadas.
(1) Ver información en http://www.esdata.info/